domingo, 19 de diciembre de 2010

Ideas de negocio para combatir el caos vehicular de Lima

Donado por Daniel Morales

Exceso de combis, buses y taxis. Los problemas de transporte de la capital son muchos y también hay muchas formas de resolverlos. Acá algunas sugerencias empresariales


Por Miguel Ángel Farfán


A todos nos ha pasado, un día cualquiera o todos los días, que estemos viajando, en bus, combi o auto, y que una ola de vehículos nos absorbe hasta quedar estancados; hasta llegar a la congestión. En Lima, según el Centro de Investigación y de Asesoría del Transporte Terrestre, por ese problema muchas vías deben soportar el paso lento –de hasta 5 km/h– de los vehículos. No hay rapidez ni fluidez; menos orden. Consecuencias: ruido por las bocinas de los furibundos choferes, incremento del estrés hasta la desesperación y, de acuerdo al Banco Mundial, un aproximado de US$500 millones que se pierden cada año por las horas-hombre que se gastan en desplazamientos. Y todo por una razón: “La ciudad no tiene una estructura que nos permita movernos”, dice Manuel Chamorro, consultor en temas de transporte público. Aunque el especialista considera que son las autoridades quienes deben resolver el caos, opina que las empresas locales también pueden ayudar. Se aceptan ideas.

“Yo tengo un proyecto” –dijo Gastón Acurio, el chef que ha hecho de la gastronomía un símbolo patrio, en julio de este año–: “cuando la ciudad se desarrolle y deje a muchas combis sin trabajo, las combis se pueden convertir en combis sangucheras”. Su idea apunta a una realidad innegable: hay una oferta excesiva de unidades de transporte. Y en el futuro, con las construcciones de medios de mayor envergadura (el Metropolitano, el Tren Eléctrico y el tantas veces postergado metro), habrá mucha gente que se quede literalmente en la calle. Ya hoy es necesario limpiar las rutas de vehículos que no se necesitan. Porque según Luis Quispe, director de la ONG Luz Ámbar, actualmente hay alrededor de 35.000 unidades de transporte urbano cuando solo se necesitan 12.000. Matemática simple: sobran 23.000 que, transformados en personal, significan entre 46.000 (cuando se trata de cobrador y conductor) y 69.000 (cuando a los dos oficios anteriores se suma el ‘datero’, el dueño del vehículo u otro) personas. “Ellos son bastante vulnerables si se quedan sin empleo porque no son empleables en otra cosa”, asegura Óscar Ponce de León, investigador asociado del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.


HAMBURGUESA MÓVIL

A pesar de que la propuesta de Acurio es interesante, no es del todo nueva. Ya en 1998, Humberto Roque, quien había trabajado como vendedor de golosinas y helados en buses, fundó una empresa que cocina y vende hamburguesas desde el interior de una combi. Su empresa se llama Guilligan Burger, empezó con una unidad y tuvo tanto impacto que ganó el Premio de la Creatividad de Inka Kola en el 2008.
El negocio lo inició con un capital de US$1.500, pero también una fuerte dosis de ingenio: “Yo sabía que sería difícil conseguir ‘chamba’, pero al pensar en nuevas ideas inventé esto”, dice Roque. Él no quería empujar uno de esos carritos sangucheros que regalaba Laura Bozzo en sus programas; él transformó un vehículo en un restaurante al paso. Y para esto, hizo muchos cambios: instaló freidoras y conservadoras en lugar de asientos, elevó el techo para que los cocineros pudieran trabajar parados y sacó las ventanas por planchas de metal para dar la apariencia de un stand.

Luego de doce años, Guilligam Burger tiene seis unidades (con planes a ser 12 el próximo año y entrar a Arequipa y Cusco), da trabajo a 35 personas y ha implementado un sistema de delivery. Para Chamorro, quien también es autor del libro “El transporte en las ciudades del Perú”, iniciativas de este tipo solo tendrán impacto en el tránsito cuando se hagan a gran escala. Por eso, la idea de Roque podría ser una buena alternativa para replicar y eso a él no le incomoda: “Sé que en otros países también se hace esto y si más personas lo hacen acá estaría bien”.


ESTACIONAR EN LAS ALTURAS

A Jorge Málaga y Dante Castro, dos alumnos del MBA del PAD de la Universidad de Piura, siempre les pasaba lo mismo: cuando salían a reuniones de trabajo no encontraban un sitio para guardar sus autos. Entonces, daban vueltas y vueltas hasta que hallaban un lugar. Era un desperdicio de tiempo y también una colaboración involuntaria a la congestión. Por eso, cuando debían buscar una idea de negocio como tesis para su graduación, decidieron crear una solución a la escasez de estacionamientos, que solo en San Isidro es de 9.600 espacios por día.

Construir subterráneos era muy costoso y por eso pensaron al revés: los sitios para aparcar estarían arriba, en edificios de cinco a diez pisos. Su propuesta es construir, en un terreno no menor de 600 metros cuadrados, torres ligeras de acero e implementar un sistema automatizado para que unas grúas guarden los vehículos. El conductor le dejaría su auto al ‘valet parking’ de la entrada y en diez segundos su auto ya estaría guardado. Se evitarían las colas, los problemas de seguridad y se aprovecharía mejor el espacio, pues, según cálculos de los creadores de la idea, con las rampas que se construyen en estacionamientos convencionales se desperdicia el 40% del espacio.

Para que esta idea sea realidad, Málaga y Castro han contemplado una inversión superior a los US$5,1 millones, en el caso de que se adquiera el terreno; y de más de US$2,6 millones si se hace por concesión del espacio. Para el primer caso el tiempo de recuperación de la inversión sería 10 años; y para el segundo, ocho. Por ahora ambos tienen propuestas de varios inversionistas y también de ciertos municipios agobiados por la falta de estacionamientos. Esto sin contar el interés de las empresas que quieren darle a sus colaboradores un lugar para guardar sus vehículos y que ya se han contactado con ambos. Por esto, las proyecciones son tener una ocupabilidad del 55% en el primer año y del 100% luego de cuatro años. “La necesidad de estos servicios está subiendo considerablemente y sin nuevas alternativas las calles seguirán siendo un caos en el futuro”, dice Castro.


MENOS TAXIS

¿Quiénes son los culpables del caos vehicular? Según Manuel Chamorro, son los entre 150.000 y 200.00 taxistas que hay en Lima. Ellos, al estar todo el día en las calles, al andar en busca de clientes, crean cuellos de botella y cortan la fluidez del tránsito cuando se detienen en una esquina o mitad de la calle. Eso se podría evitar, dice Hernán Quintana, si se centralizara los pedidos de taxis con el uso de tecnología. Su propuesta –o mejor dicho la oferta de su empresa, Taximart– es que las personas pidan un taxi por medio de un dispositivo en sus celulares y también órdenes virtuales desde Internet. La idea ha sido reconocida por el Banco Interamericano de Desarrollo, que incluso aportó S/.100.000 para el desarrollo del proyecto en el 2008, y la Organización de Estados Americanos.

Desde el 2009, Taximart centraliza los pedidos para otras compañías. Sin embargo, a partir del próximo año atacarán el problema desde la raíz, es decir, en las calles. La compañía tiene un plan para trabajar con los taxistas independientes, darles celulares inteligentes (en especial iPhone) y que puedan recibir directamente sus pedidos. Con eso ya no tendrían que estar buscando pasajeros por toda la ciudad. “Nos enfocaremos más al consumidor y a evitar la congestión”.
Hace poco, en Lima, Tina Selling, directora ejecutiva de Stanford Technology Ventures Program, dijo que los emprendedores debían aprender a reconocer los problemas que los rodean y tratar de resolverlos con negocios. El problema del tráfico es agobiante; se necesitan más ideas.


LAS CLAVES

JUNTOS EN EL AUTO

El grupo Acción Sostenible ha impulsado el ‘carpooling’ en la Universidad del Pacífico. Es decir, ha formado grupos de personas que comparten un auto. El sistema se llama Tiradedos. En Estados Unidos, la empresa NuRide hizo un negocio con eso. Las ganancias provienen de canjes con otras compañías. Para este año, NuRide tendrá US$1,5 millones en ganancias.


SALUD SOBRE RUEDAS

Los buses grandes en desuso pueden servir para dar servicios. Por ejemplo, cuando la cadena de clínicas Hospital de la Solidaridad comenzó a funcionar, lo hizo en 23 buses viejos. Estos fueron equipados con agua, luz, aire acondicionado y equipamiento médico.

El Comercio

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