Los especialistas consultados por este Diario coinciden en que la reforma del transporte debería comenzar con el reordenamiento del sector público
Por Pamela Sandoval Del Águila
Ochenta años atrás, cuando fue concebida como una vía amplia y rápida para que los vecinos de Ate y La Molina pudieran llegar sin contratiempos hasta Magdalena, nadie imaginó que los seis carriles de la avenida Javier Prado se convertirían en escenario de peleas, bocinazos, demora y frustración para los no menos de 45.299 conductores que hoy la recorren a diario.
Nadie imaginó, tampoco, que esta arteria, cuya extensión abarca unas 135 cuadras en total, se vería inundada por buses, coasters y taxis que solo en el tramo que corresponde a San Isidro, según cifras del Centro de Investigación y Asesoría del Transporte (Cidatt), suman hasta 1.445 unidades en horas punta. Tal afluencia de vehículos compitiendo entre sí por avanzar y salir del atolladero hace que un viaje de 15 o 25 minutos por este tramo se prolongue hasta por 45 o 50 minutos.
“No se trata de un problema de la vía, ni del número de vehículos particulares. Se trata del mal uso que se les da a nuestras pistas, de los semáforos que no están sincronizados, de los taxis que se estacionan en doble fila esperando pasajeros, de las coasters que paran donde quieren”, observó Juan Tapia Grillo, director de ese organismo.
No obstante, para Luis Quispe Candia, de la ONG Luz Ámbar, y Miguel Ángel Torres, arquitecto especialista en infraestructura vial, sí se trata de un problema de cantidades, ya que a mayor número de vehículos en las calles más horas se perderán en embotellamientos por la falta de espacios para transitar y el excesivo número de unidades pequeñas para el transporte público de pasajeros.
“El 82% de limeños se moviliza en transporte público, pero no toma buses, sino taxis, que en Lima suman más de 200.000”, dijo Quispe.
A su turno, Torres agregó que si bien las avenidas más transitadas de la capital podrían soportar un aumento de la demanda, la infraestructura vial requiere más pasos a desnivel y una mejor señalización para ser más eficiente.
“En 1990 se propuso un diseño vial para la ciudad [Plan Metropolitano], que incluía un conjunto de anillos viales de desconcentración, que permitan recorrer la metrópoli sin pasar por el Centro Histórico. No se hicieron y ahora vemos las consecuencias”, opinó.
Y SIGUE CRECIENDO
Proyecciones realizadas por los especialistas hablan de unos 2’100.000 vehículos circulando en el Perú este año. De ellos, 1’200.000 estarían en Lima. Según la PNP, el incremento del 2007 al 2010 fue de 657.613 unidades (45,59%) .
De acuerdo con la Asociación de Representantes Automotrices del Perú (Araper), para fines de este año se habrán importado en total 100.000 vehículos nuevos, de los cuales el 78% se quedaría en la capital. Sucedería lo mismo con los 6.000 vehículos usados [la mayoría autos y station wagon] que entre noviembre y diciembre recibiría la ciudad. Se prevé que para el 2011 la importación crecerá 15%. El crecimiento con respecto al 2009 ha sido de 50%, y para el 2011 la proyección va en 15% más.
SOLUCIONES EN OTROS PAÍSES
“Si comparamos Lima con Buenos Aires, Bogotá o Santiago, veremos que hay menos carros aquí que allá, pero nuestra congestión es más grave y no la causa el vehículo particular”, señaló Tapia.
Agrega que en estos países se prohíbe el tránsito de vehículos con más de diez años de antigüedad, en el caso del transporte particular, y 35 años para el transporte público.
La circulación de vehículos por días también es una medida que se ejecuta con éxito en algunas ciudades de Latinoamérica, aunque por cuestiones de contaminación. En Ciudad de México, este sistema permite que, según el color asignado a las placas de los vehículos, estos se turnen para dejar de circular una vez a la semana.
En Santiago de Chile, este mismo sistema se aplica desde hace una década a los vehículos catalíticos [que consumen gasolina]. Y en Quito se restringe el tránsito por número de placas desde mayo último. La idea es retirar de circulación, de lunes a viernes y en horas punta, 80.000 de los 415.000 vehículos de la ciudad.
¿QUÉ HACER?
Aunque hay iniciativas para adaptar a nuestra realidad las medidas señaladas, los especialistas consultados por este Diario coinciden en que la reforma del transporte debería comenzar con el reordenamiento del sector público.
“El Metropolitano y el tren eléctrico serán útiles para este fin. Sin embargo, la red vial urbana no debe descuidarse. Hay muchas rutas sobrecargadas y otras que deberían ser habilitadas”, enfatizó Quispe.
Será una tarea ardua, pero indispensable para liberar a la ciudad del caos y de la congestión que dominan sus calles y avenidas.
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