viernes, 1 de julio de 2011

Lima y la Movilidad Sostenible: Mirar más hacia Europa que a Estados Unidos.

Estados Unidos casi siempre fue un ejemplo, pero ejemplo de industrialización y consumo exacerbado lleno de individualismo y conceptos falaces de “modernidad”. Actualmente su pueblo está pagando los platos rotos, que platos rotos, sería mejor decir cerros de vajillas, por la soberbia del “sueño americano”.

En lo referente a movilidad sostenible, Estados Unidos tampoco es el mejor ejemplo: tecnología aplicada para aumento de la velocidad del tráfico vehicular motorizado, software online incluido en el GPS para ubicación de zonas de estacionamiento, ensanchamiento de vías para motorizados, descuentos en la compra del automóvil, oferta de bonos de combustible, etc. Todo en favor del que va en coche, en favor de la industria automotriz y finalmente en favor de las transnacionales petroleras con su consecuente contaminación planetaria.

Felizmente hay muchos buenos y reales ejemplos que no están en Estados Unidos, sino, cruzando el Atlántico.
Europa ha sido y es desde hace muchas décadas el continente donde más restricciones se aplican para “motivar” al público a que no use auto o lo haga lo menos posible con la finalidad que opten por opciones preferentes de transporte.

Uno de los primeros métodos que se han empleado desde tiempo atrás en Europa ha sido la óptica de que las ciudades son “para la gente y no para los autos”.
Bajo éste argumento se han venido cerrando muchas avenidas por donde los autos están “prohibidos” de circular, o bien, se ha ido “socavando” la cantidad de carriles por avenida para convertirlo en ciclovía, sin olvidar, la desaparición de zonas de estacionamiento en las propias avenidas o el pago de impuestos por la circulación con vehículo motorizado. Este es el caso de Londres, que cobra unas 8 libras (unos 35 Nuevos Soles o 13 Dólares) por ingresar al Centro Histórico de la ciudad. El impuesto se paga de forma diaria y cada vez que se ingrese a dicha zona. Es, por así decirlo, una especie de “zona pseudoliberada” de vehículos motorizados.
La idea es bien clara: “Si quieres movilizarte en auto, te haremos gastar mucho tiempo y dinero”. El caso de Londres no es único. Existen ejemplos más responsables aún en donde el vehículo no ingresa ni pagando impuestos. A estas “zonas ambientales” les han afinado la puntería las gestiones municipales de ciudades en Alemania como Zurich y Munich. París y Barcelona tampoco escapan de ésta iniciativa, aunque hay excepciones cuando se trata de vehículos de poca o nula emisión de carbono.

Hay definitivamente una tendencia a convertir en sitios agradables a las ciudades europeas, recuperando espacios públicos, haciéndolas más “caminables” y “ciclables”. El concepto de las gestiones municipales estadounidenses queda “minúsculo” cuando “invierten” en obras para que los motorizados transiten con mayor facilidad. ¿Que ejemplo debemos seguir entonces?

Las oficinas de Planeamiento de tráfico urbano en Estados Unidos dan mayor tiempo a la luz verde del semáforo que a la luz roja. En Europa es a la inversa, la luz roja permanece más tiempo para que los peatones circulen con mayor seguridad y tranquilidad. Nuestra ciudad de Lima sigue en éste aspecto el modelo estadounidense. Nada más pedirle a un discapacitado o a un anciano que trate de cruzar la Av. Túpac Amaru en los 30 segundos de tiempo que le brinda el semáforo. Sólo un adulto llega a hacerlo a paso ligero. Otros tienen que correr y otros tienen que cruzar en dos tiempos. ¿Por qué es el peatón el que tiene que apurarse y llevarse el estrés del caso? ¿Vale menos el peatón por no usar el auto?

El tráfico motorizado es fluído en Estados Unidos e intermitente para los peatones, lleno de pasos a desnivel, haciéndolos subir escaleras y rampas. En muchas ciudades de Europa es intermitente para los motorizados y fluído para los peatones. No hay pasos a desnivel y gozan de preferencias en los cruces de avenidas. Hay hasta control de semáforos en las esquinas de los cruces para que el peatón cambie la luz verde a roja cuando lo desee.
No sólo los peatones tienen la preferencia. También las unidades de transporte público masivo como los trenes ligeros o tranvías pueden ir cambiando el estado del semáforo a medida que se acercan a los cruces. Ello porque la unidad de transporte lleva a 400 personas y los autos en promedio sólo una. Es lógico entonces, dar la preferencia al transporte masivo. La frustración y angustia debe quedarse solamente de lado del conductor de automóvil.
El precio del combustible es “popular” en Estados Unidos. En Europa posee unas tasas impositivas que lo encarecen y logran que cueste tres veces más que en el país del tío Sam. Por ello el transporte público europeo es superior al estadounidense. Porque goza de combustible subvencionado o bien es eléctrico, reduciendo los precios de los pasajes.
Los estacionamientos en EE.UU tienen un número mínimo para los vehículos, en cambio, en Europa, tienen un límite máximo.
No está demás incluir que Estados Unidos se negó a firmar el Protocolo de Kyoto, con lo que demuestra que la reducción de niveles de carbono les interesa un comino. En cambio, Europa si se comprometió a tal.

El público y la cultura estadounidense tiene en el automóvil un objeto necesario de alcanzar por el “status” que otorga. Está violentamente incrustado en la conciencia de ese pueblo. Para muchos europeos, el auto no es más que un objeto que brinda cierta comodidad en contadas ocasiones. Recuerdo aquí el comentario de una compañera que tuvo la oportunidad de estar en Copenhague (Dinamarca) durante la celebración de Año Nuevo: “Estaba con mi vestido de fiesta esperando a mis amigos. Cuando llegaron, salí y noté que ninguno de ellos estaba en coche a pesar que todos íbamos bien vestidos. Me hicieron caminar hasta una estación para tomar un bus. Me sentí super rara y molesta. No podía concebirlo”.
La molestia fue originada por esa dependencia al vehículo motorizado. Tenemos mucho del estadounidense en ese sentido. Imitamos la mayoría de sus gustos y comportamientos.

Entonces, a todo esto. ¿Que modelo a seguir? ¿Que modelo estamos siguiendo actualmente?
La gestión municipal anterior se caracterizó por “obras” donde el cemento fue el plato fuerte. Ese cemento se tradució en intercambios viales, puentes, óvalos, pasos a desnivel, etc.
Debemos entender que todas esas obras están destinadas a favorecer a los vehículos motorizados particulares. Y ahí donde se dé impulso a éstas obras, más autos aparecerán. Tenemos actualmente alrededor de un millón 200 mil vehículos en Lima Metropolitana. Durante 2011 ingresarán aproximadamente 90 mil más.
¿Por qué siguen empeñadas nuestras gestiones municipales en seguir imitando el modelo estadounidense de transporte?

No estaríá demás darle una pequeña mirada al modelo europeo, pero quizá eso es pedirle “girar mucho el cuello” a la actual gestión.

2 comentarios:

  1. EXACTAMENTE. Las ciudades son en escencia para las personas, es decir peatones.

    Ciudad moderna es la que tiene peatones, no carros. Es una lástima como en nuestra distorcionada visión (promovida por algunos empresarios y la publicidad) creemos en la modernidad solo bajo su variante modernización (lo material). Entonces todo el cemento, más pistas, menos veredas, más riesgo para los peatones nos parece ser "lo moderno". Nada que ver!

    Las pistas solo favorecen a los fabricantes y vendendores de autos, no a la ciudad ni a los ciudadanos. Es IMPOSIBLE que todos tengan un carro. Si necesitamos transportarnos necesitamos bicicletas y un transporte público eficiente, no más pista, más vereda segura, más espacios públicos que fomenten el encuentre entre diferentes y menos segregación!

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  2. Pero ojo, todo esto requiere la infraestructura necesaria para transportar a los ciudadanos por distancias medias y largas. Es decir, Metros, Tranvías y BRTs operando de manera conjunta ANTES que se pueda restringir el uso de automóviles.

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