martes, 16 de agosto de 2011

Tres mitos de las combis

Timelapse de la avenida San Martín, en Barranco, junio de 2011. Gracias al Metropolitano, esta tradicional calle barranquina ahora es recorrida por 18 rutas de combis, custers y buses. Vídeo: Juan Francisco Baigorria.
Como lo sufrimos todos los días, los limeños creemos que conocemos la realidad de nuestro transporte urbano. Sin embargo, INFOS salió a comprobar algunos de los mitos sobre la congestión, los accidentes y la contaminación y comprobó que los lugares comunes pueden estar equivocados.

MITO 1: EL TAMAÑO IMPORTA

Aunque parezca difícil de creer la congestión limeña no se debe a la cantidad de automóviles que circulan por nuestras pistas. En nuestro caos urbano, el tamaño del parque automotor no es el origen del caos. De hecho, Lima es una de las ciudades con menos automóviles por habitante en América Latina. En serio.

Según los datos de la CEPAL, la tasa de motorización peruana es muy baja. Por cada 19.2 peruanos hay sólo un vehículo. Este es un parque automotor mucho menor al de otros países de la región como Colombia (con 8.18 habitantes por vehículo), Chile (5.87) o Brasil (3.59). Entonces, si no hay tantos carros como en otros países, ¿cuál es el problema?

En realidad, el verdadero problema son los viajes, combinados con lo ineficiente del sistema. Como nuestro transporte público se moviliza mayoritariamente en vehículos pequeños (combis, ticos), se necesita hacer más viajes para movilizar a menos gente. Hay menos carros, pero se usan más.

Hoy en día, los limeños hacemos más de 16.5 millones de viajes al día. De ellos, 4.2 millones se hacen a pie y 12.3 millones, en automóvil. De estos últimos, el 82.8 %, es decir más de 10 millones, se realizan en transporte público y ocupan más espacio del que debieran.

De 10.2 millones de viajes diarios en trasporte público, 8.5 millones se realizan en vehículos colectivos (combis, custers y buses) y 1.7 millón en taxis o mototaxis, tejiendo una enredadera donde los viajes se complican y multiplican. Todos saturando la red vial urbana de Lima-Callao en sus 8 mil kilómetros de vías, con zonas críticas y horas punta, dando un mal uso a nuestras pistas.

Pero hay un tamaño que sí importa: el de los vehículos.

–Mira, un bus urbano en cualquier lugar del mundo ocupa 30 metros cuadrados de piso, y así lleva a 100 pasajeros –explica Edwin Derteano, presidente de la Asociación Automotriz del Perú-. Ese bus, en el Perú, ha sido reemplazado por 7 combis para llevar a los mismos 100 pasajeros que ahora ocupan 72 metros cuadrados de piso. Es decir, los mismos pasajeros ocupan el doble de espacio. En el mundo la tendencia es hacia buses más grandes, pero el Perú fue hacia vehículos más chicos.

Conforme pasa el tiempo, todo esto resulta en pérdidas de millones de horas/hombre. Un limeño pasa, en promedio, 90 minutos diarios transportándose. Esto hace que en Lima una persona gaste, viajando, alrededor 23 días al año. Casi un mes, metido en una combi.

Un estudio realizado el 2009 por Pro Expansión que reveló que el caos vehicular cuesta a Lima 6 mil millones de dólares al año, que se van en gasolina, sistema operativo de los autos y tiempo.

–Además, con mis estudios recientes encontré que en 5 años se iban a duplicar las horas punta –dice, preocupado Eduardo Carrillo Benvenuto, ingeniero y especialista en trasporte-. O sea, íbamos a tener otras 5 horas punta en todo el día. Y dentro de 10 años vamos a tener punta todo el día. O sea: ya no se va a poder viajar.


En las calles limeñas muere una persona cada tres horas, gracias a la imprudencia de nuestros conductores. Fotografía: Perú.21.

MITO 2: CARRETERAS MOJADAS

Aunque un consumidor habitual de noticieros podría creer lo contrario, la mayoría de muertes en vehículos motorizados no ocurren en las carreteras del interior del país, sino en las pistas de la capital de la República.

En el 2007, la Defensoría del Pueblo emitió el Informe Nº 137, titulado “El transporte urbano en Lima Metropolitana: un desafío en defensa de la vida” (sí, así como lo lee: un desafío).

De 47 941 accidentes que ocurrieron en el país, el 59,9 % sucedieron en Lima. Este porcentaje esconde unas cifras de terror: nada menos que 653 muertos en las pistas limeñas, además de 24 730 heridos, sólo en un año.

La tendencia ha venido creciendo desde el 2003. Decir que estamos en guerra no es una exageración: entre 2003 y 2010, sólo en Lima, murieron 5606 personas en accidentes de tránsito. Para hacerse una idea de la masacre urbana, en la guerra de Iraq, durante el mismo periodo, murieron 4415 soldados norteamericanos. En conclusión, nuestros choferes mataron más.

Las estadísticas de la Policía muestran una frecuencia de terror: cada 7 minutos ocurre un accidente, cada 38 minutos una persona resulta herida y cada 3 horas, una fallece.

En promedio, durante esta década, de cada cuatro personas muertas en las pistas de la capital, una murió a consecuencia de un choque y tres fallecieron atropelladas. Es decir que en Lima, usted tiene tres veces más posibilidades de morir caminando que dentro de un auto. Sí, en esta ciudad, caminar es peligroso.

Los peatones son doblemente víctimas. Según un informe de Ciudadanos al Día del 2009, solo el 8% de accidentes fueron originados por imprudencia de un peatón. La abrumadora mayoría, el 73% (62,396) de los accidentes de tránsito registrados en las ciudades del país fueron causados por conductores.

Ante este baño de sangre, la Policía, encargada del control del tránsito y de aplicar las sanciones a los infractores, tiene una participación insuficiente: solo hace efectiva el 30% de las multas.

¿Por qué? Uno de los motivos es el artículo 289º del Reglamento Nacional de Tránsito, que establece que las multas por infracciones las paga el propietario del vehículo y no el conductor. Como vimos en el INFOS anterior, ninguna combi, custer o micro es conducida por su propietario y la mayoría de ellos no está a nombre de la empresa de transporte, sino de un tercero. La mayoría de papeletas son, por tanto, papel mojado.

Y aquí es cuando volvemos al punto anterior: el problema no es la cantidad de automóviles, sino de viajes. El reporte Transporte Urbano Metropolitano de Lima y Callao en Números- a octubre de 2010- identificó algunos puntos peligrosos por su alta circulación de vehículos en hora punta:

Varios de estos puntos coinciden con las vías que presentan mayor cantidad de accidentes fatales reportados por la Defensoría del Pueblo. El informe también señala que se trata, justamente, de vías periféricas, por donde transitan, en su mayoría, los sectores más pobres de la ciudad.

Nuevamente: el problema no es la cantidad de automóviles, sino lo ineficaz del transporte, que genera más viajes para llevar menos gente. El informe Accidentes de Tránsito en el Perú: ¿casualidad o causalidad?, explica que nuestro país tiene una tasa de motorización (vehículos por habitante) pequeña en relación al tamaño de su parque automotor pero que, irónicamente, es el segundo país de la región con mayor tasa de mortalidad por accidentes de tránsito, sólo superado por Venezuela.

Nuestro transporte no sólo mata con la violencia de los accidentes. También, miles de limeños mueren cada año producto de la contaminación de unos carros viejos que se aglomeran en los puntos congestionados. Foto: Inti334.


MITO 3: EL SMOG MATA

Este es un mito que, lamentablemente, es más real de lo que la gente imagina. De hecho, en Lima muere casi tanta gente a causa de la contaminación como por los accidentes de tránsito.

Un estudio del Consejo Nacional del Ambiente (Conam) reveló en el 2005 que más de 4 mil personas mueren al año en Lima por la contaminación atmosférica debido al material particulado (material sólido o líquido suspendido en la atmósfera). También se encontró que los vecinos de Comas y otros distritos de Lima Norte –San Martín de Porres, Puente Piedra, Los Olivos, y Carabayllo– son los más expuestos y vulnerables.

Así, un ama de casa en Comas, en la zona de la Av. Tupac Amaru, tiene en su sangre 2,63% de monóxido de carbono (CO), mientras que un chofer de combi que todos los días atraviesa la avenida Abancay, tiene 1,64%. ¿Por qué? Porque el ama de casa está expuesta las 24 horas, al vivir cerca al foco de contaminación, mientras que el chofer sólo circula periódicamente por él.
Y, sí, la razón de todo esto es, nuevamente, la congestión vehicular: la cantidad de viajes ineficientes de más carros que trasladan menos pasajeros. Podrían ser menos viajes, ya que nuestro parque es pequeño. Pero no es así, gracias al sistema de vehículos pequeños (combis, ticos) en los que nos trasladamos los limeños. Las dos terceras partes de la contaminación en Lima se deben a la congestión. De hecho, los niveles de corrupción del aire ya son superiores a los encontrados en ciudades como Santiago de Chile, México D.F. o Sao Paolo.

–A ver –dice Derteano, poniendo los puntos sobre las íes-, tengamos en cuenta que del millón 800 mil de vehículos que tiene el Perú, un millón 200 mil están en Lima. Y vamos a suponer que este millón 200 mil vehículos gaste un galón y medio de gasolina de más, al día, por la misma congestión. Todos los días tenemos miles de motores prendidos por las puras, atorados, en plena congestión. Multiplicado por 360 días del año son 648 millones de galones.

A la congestión se agrega otra característica de de nuestro parque automotor: la antigüedad de los vehículos de trasporte público. Según el reporte, Perú: Situación Automotriz 2010, la importación de vehículos usados ha sido significativa, principalmente desde Japón. Gracias a la liberalización del transporte en la década del 90, que permitió la importación de autos usados para el transporte público, en Lima Metropolitana, la edad promedio de los autobuses es de 19 años, 18 años en el caso de los microbuses y 16 años en las combis. En Bogotá, los vehículos de transporte público tienen una antigüedad de 13 años, y en Santiago de Chile, 5 años.

Para formarnos una idea del impacto que produce este viejo parque automotor, imaginemos un ómnibus (diesel) con más de 10 años de antigüedad que recorre 88 mil km al año entre San Juan de Lurigancho y Villa María del Triunfo produciendo un total de 240 TM equivalentes de CO2. Ahora, multiplique eso por miles de vehículos. Cada año. Todos los años, desde 1991.

MITO 4: ESTO ES UNA GUERRA

No, no es un mito. Sí, sí es una guerra.


Artículo: Rafael Vereau Gutierrez

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