jueves, 9 de mayo de 2013

Usuarios se quejan por mal servicio del Tren Eléctrico


tren electrico

Textos:Elena Miranda web@grupoepensa.pe |Fotos:Franchesca Chacón

08:25 | Lima - "Prefiero viajar aplastadita unos 20 minutos en el Tren Eléctrico que demorar una hora y media en bus", dice Zaida Paico Esquivel (29), quien todos los días toma el Metro de Lima para ir de San Juan de Miraflores al Centro de Lima.
Al igual que ella, miles de pasajeros viajan aplastados para llegar a sus centros de estudios o trabajo en menos tiempo, aunque no sea en el plazo y en las condiciones que ofrecieron los ejecutores y operadores del Metro de Lima, quienes nunca dijeron que tendrían que viajar "como ganado", "como animales", "apretaditos unos contra otros", "apachurrados", "cachete con cachete" , "sin tener de dónde sujetarse", "irritados", "enojados", "ansiosos", "resignados" o "indignados".

A las 7:33 de la mañana, Correo tomó el Metro en la estación Villa El Salvador, donde numerosas personas casi llenaron los seis vagones. Los que alcanzaban a ir sentados, eran privilegiados, pues cada vagón tiene 32 asientos y el resto debe acomodarse como sea, sin importar si son ancianos o mujeres con niños.
A partir de la estación Villa María comenzaron los problemas, pues la gente quería subir a toda costa y las puertas no cerraban, por lo que la partida del tren se retrasaba. Dentro y fuera del vagón la gente renegaba, unos por querer ingresar y otros porque no entren más.
"Viajamos peor que ganado y los vagones se malogran a cada rato", se quejó Carolina Santa María Castro (42), quien viaja a diario de Villa El Salvador a la estación La Cultura, en la avenida Javier Prado.
Al llegar a la estación Atocongo, la gente pugna por subir , pero ya no hay espacio. Aquí entran en acción los llamados "fortachones", quienes de tanto empujar, logran subir al vagón, pero otra vez la puerta se atraca y sujetos con chaleco amarillo piden a la gente que avance o que se baje.

IRRITADOS. A estas alturas del viaje, los pasajeros están irritados y se quejan porque los empujan, patean o rozan. Ceños fruncidos, labios apretados y puños cerrados son algunas de las expresiones de enojo. "El otro día dos mujeres se agarraron de los pelos", cuenta un pasajero.
Al acercarnos a la estación Jorge Chávez, en Surco, una voz amable avisa que el Metro se detendrá por un minuto para recargar baterías. Se apagan las luces y el sistema de ventilación.
La tensión disminuye en la estación Los Cabitos y la calma vuelve en La Cultura, cuando un mar de gente baja del tren apresuradamente y a empujones.

Con los retrasos por la puerta que no cerraba y la recarga de batería, llegamos a la estación Grau a las 8:25 a.m., en 52 minutos, desde Villa El Salvador, y no en los 30 minutos ofrecidos.
"Con los desperfectos y en hora punta, a veces hago el viaje en una hora entre Villa El Salvador y Grau. Por eso trato de salir antes", cuenta Gerardo Loayza Guillén (60).

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