martes, 19 de marzo de 2013

Lima necesita un Metro Subterráneo

José Enrique Arispe Chávez Decano del Colegio de Arquitectos del Perú


Desde la gestión del exalcalde de Lima Luis Bedoya Reyes (1964-1970) se ha tenido la idea de construir las vías férreas para un subterráneo metropolitano, al igual que en otras ciudades de América Latina como Santiago, Guayaquil o México. Lamentablemente hubo intereses de por medio que impidieron ejecutar este megaproyecto. 

Recordemos que la presión para frustrar la construcción de un subterráneo provino de las grandes empresas fabricantes de llantas. 

Tal como sucede ahora, también intervino un sector de transportistas de las líneas de ómnibus y microbuses, los importadores de vehículos y los fabricantes de carrocerías.

Fue claro que los intereses de la ciudad cayeron subyugados ante las presiones de grandes consorcios. No debió ser así, pero está situación llevó a la capital al caos, mientras millones de limeños seguimos pagando las consecuencias. 

Las crónicas de la época nos recuerdan que las empresas que iban a construir el Metro de Lima se fueron y construyeron el de Santiago y después el de México. 

Hoy, a la luz de la experiencia y ante los altos costos de los combustibles y la congestión vehicular, la ciudad debería apostar definitivamente por las vías férreas. 

Allí también tenemos, como ejemplo, la historia del tren eléctrico de Lima, que se comenzó a construir a finales de los 80, y que recién acaba de entrar en funcionamiento. Así se le hizo un grave daño a Lima que quedó condenada al caos del transporte urbano. Construir vías subterráneas no es nada nuevo. Hace muchos años se hizo un túnel para desviar las aguas residuales de la ciudad hacia el Callao. Esa obra pasa por la avenida Insurgentes, que es el límite entre Lima y Callao, y llega hasta la planta de tratamiento de Taboada. 

Para solucionar el problema hay que modernizar las pistas en las grandes avenidas. La mejor vía que se construyó en los últimos cincuenta años es la avenida Venezuela. Fue hecha con concreto, armadura de fierro y preparada para soportar carga pesada, mientras que, en el caso de la Universitaria, solo tiene una capa asfáltica y no resiste camiones de 40 toneladas, pues solo pueden soportar la mitad de ese peso. 

A esto se une el problema de los puentes sobre estas vías. Algunos han colapsado. 

Desde el Colegio de Arquitectos del Perú también se plantea descongestionar la transitada Carretera Central con la construcción de vías alternativas. Hay un desvío carrozable, a la altura del puente Trapiche, camino a Canta. Por esa ruta podría construirse una vía que permita que los vehículos que vienen del centro del país pasen al norte y viceversa, sin necesidad de entrar a Lima. Esto ayudaría muchísimo a descongestionar el tránsito. 

Por otro lado, en el distrito de Aucayama, al sur de Huaral, se puede construir un gran centro de abastecimiento que equilibre la distribución de los alimentos para Lima, paralelo a la Carretera Central. Lamentablemente, seguimos pensando en una cuidad para vehículos, no para ciudadanos. A esta situación se agrega que el parque automotor se incrementa a razón de 150,000 vehículos al año, aproximadamente, y para los próximos 20 años la situación es muy complicada. La solución al caos del transporte es compleja, pero debemos comenzar por debatir las soluciones.

1 comentario:

  1. No es por ser pesimista, pero asi como vamos las 5 o 7 líneas estarán para el 2050. Y eso!

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